¿Qué hacer cuando quieres escribir algo alegre y motivador y no te salen las palabras?

¿Qué se hace cuando sientes tal desgana y tristeza?

En momentos así  da igual toda la teoría que conozcas y que hayas interiorizado. En esos momentos no la sientes tuya… y, aunque podrías formas frases preciosas con palabras más preciosas todavía, estarían vacías de sentimiento y emoción.

Y ¿qué es escribir sin sentimiento y emoción? Eso sólo es usar letras para formar palabras y palabras para formar frases.

¿Por qué nos dedicamos a luchar contra los momentos bajos?

¿Por qué deseamos que se vayan ya y nos enfadamos con nosotros mismos por no conseguir expulsar esos pensamientos tristes?

¿Por qué somos tan exigentes con nosotros mismos?

Por qué no nos tratamos con cariño, nos frotamos el hombro y nos decimos: No pasa nada, tienes derecho a sentirte mal, a estar triste, yo te querré y te aceptaré siempre.

Las emociones están para sentirlas. Todas ellas.

Pero… cómo disfrutamos cuando nos inunda la alegría. ¡Cuán vivos nos sentimos! ¡Cómo nos cargamos de energía y sentimos que podemos con el mundo!

A las personas que somos intensas y emocionales nos pasa de una manera exagerada. Cada emoción es vivida con tal intensidad que te inunda. Así que, supongo que vivir la tristeza de este modo es un precio que tenemos que pagar a cambio de la enorme capacidad de disfrutar y de sentir los momentos de felicidad.

Cuando estoy alegre, cuando el amor me brota en el interior… no hay quien me pare! Físicamente tengo una fuerza increíble, me río alto, a carcajadas, sonrío todo el día, canto, lloro de felicidad por esas pequeñas cosas que te regala la vida. Y es tan maravilloso sentirse así que supongo que el perder esa plenitud nos entristece todavía más. Y no paramos de pensar cómo podemos salir del letargo, ver las cosas desde otra perspectiva porque sabes que tus pensamientos son los que condicionan tu estado. El caos entra en tu mente y sientes que todo es un descontrol. Quieres hacer cosas, deseas cosas, planeas,…pero sientes que no sacas nada en limpio, que no avanzas y que vas dando bandazos de un lado a otro.

Y un día… llega una buena amiga y te dice: DONDE TU VES DESCONTROL YO VEO CREATIVIDAD.

Y… ZAS!

Te das cuenta de que tu cerebro no ha parado de buscar soluciones. Ves que tu mente es una máquina de pensar alternativas y está trabajando duro para sacarte de ese mal momento y llevarte a un lugar mejor.

En medio de la espesura te has decidido a escribir e irte a Barcelona a hacer un taller con una escritora que te encanta; a comprarte una cámara y a hacer fotografía; a volver al gimnasio; a perder esos quilos que te molestan para verte mejor; a hacer senderismo; a ponerte guapa cada día y pintarte los labios de rojo; a irte de viaje con tus hijos; y otras cosas chulas que te has escrito en un papel como hoja de ruta hacia tu bienestar.

Y ves que todo eso ha salido de ese bajón que detestas, de esa tristeza.

En ese momento, te das cuenta de que este proceso es necesario.

Ves fotos de hace dos años y te ves niña. Ves las de ahora y te ves más mayor, que no más vieja. Más madura y un poco más sabia.

Y entonces, te inundan la esperanza y las ganas porque sabes que, cuando este proceso termine, serás una versión mejorada de ti misma.